viernes, 13 de mayo de 2011

Ferrocidio

Ferrocidio
 Por Lucio Sciarretta

2081 F.C.E 1922/2446/Censo CL56

Los papeles se fugan, vuelan perdiéndose en los aires del olvido. El olor tiene vestigios de algo añejo y pasado. La descomposición de los recuerdos vuela montada en el silbído del aire estepario. Se revuelven los archivos, números, cuentas, comercio, trabajo, personas (números y números). El aire se vuelve denso en el vagón de la muerte (C/10 39800177G).
 Las chicas del equipo siguen con su tarea de recopilación, reconstruyendo la antigua prosperidad laboral de las memorias acribilladas. Encontramos discursos peronistas, cuentas y renuncias, despidos y sueldos. El microambiente está inundado en metamórfosis, el espíritu de aquellas personas se convirtió en el reino fungi (hongos de tres o cuatro estilos). Hay huesos acumulados, montones y montañas que expresan el hedor mortífero, respirando el cambio de vida. “ En aquellos tiempos la distancia de los sueldos era menos, al laburante se le pagaba bien”. Llega como un eco del viento desértico este lema, comentario de alguien que no conocemos. El polvo y la tierra parecen surfear el descampado. Al costado del vagón dejamos enchastre de papeles sueltos e inservibles, inexplicables. Dientes, colmillos y cuernos bajo el montón de papel, y hasta decapitamos al murciélago supervisor de la verdad oculta y escondida para los ojos de la sociedad contemporánea argentina. Viejo vampiro de los 70´ que intentó clavar sus colmillos de lana sobre el pueblo. Allí, descabezado bajo el filo oxidado del portal histórico. Aquellos hongos son el derrame de nuestros abuelos, son la saliva del tiempo y el óxido hierro del abandono.



 Dicho reino fungi revive y comienza a contarnos sobre los rumores del “ferrocidio”.  La tumba del peronismo no se cremó, vive y se expresa sobre las manos del 2000... “Patria, “Nación”, el estado vive en este estancado ferrocarril de madera y hierro. Nosotros, sujetos, revolviendo los residuos y alterando las bacterias que se renuevan para volver a tomar forma.
 Leo carpetas, libros diarios y entiendo la dependencia del pueblo sobre el estado interventor. Juntamos bolsas, las llenamos de papeles, removemos la tierra para volver a sembrar, pero esta vez olfateo cultivo de memorias ocultas. Pudimos degollar al vampiro, su sangre se derramó sobre el año 1943. Nos llevamos la vida de aquellos tiempos, la ordenaremos y tal vez podamos generar un halo de luz en el fondo del túnel.
 Vuelvo a mirar el papelerío, archivos que en la tierra cayeron pero no callaron, se mueven y parecen saludar, hasta incluso se muestran alegres, guiados por el furioso viento, contentos por su recuperación. No creo en el estado, ni en el de hoy, ni en el de ayer, pero sí veo y creo en la vida y en las personas que sobreviven inmersos en el aparato, cada cuál salvándose...




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